martes, 10 de febrero de 2009

Capitalismo congénito

Ha vuelto. Una vez más, con una sola frase nuestro gran pensador de 6 años ha confirmado lo que los científicos sospechaban: el capitalismo es congénito. No se aprende. Se tiene, o no se tiene.

La seño de Manolo tenía la estrategia de premiar a los niños con buhitos de papel cuando se portaban bien. Los niños coloreaban los buhitos y los pegaban en un cuadro, y cuando conseguian rellenar una fila, la seño les daba algun tipo de regalo de poco valor económico pero gran valor conceptual para ellos. Este sistema microeconómico tenía gran aceptación entre los infantes.

Pero un día el sistema entró en crisis: se habían terminado las fotocopias de buhitos. En plena crisis bursátil, nuestra heróica maestra halló la solución a la falta de cash-flow de buhitos: una suerte de brillantes estrellitas de colores llegaron a sus manos cual inyección obamesca para suplir la falta de liquidez. Solo faltaba establecer un índice de cambio fácil de manejar para los infantes: 1 buhito grande= 1 estrellita grande; un buhito pequeño=una estrellita pequeña.

Maestra: Manolo, ahora vamos a cambiar los buhitos por estrellas porque ya eres mayor. Así que en adelante, cuando te portes bien te daré una estrellita pequeña, y cuando te portes muy bien, una grande, y así iremos rellenando la tabla.

Manolo: Pero... ¿el premio es el mismo?

1 comentarios:

Manu dijo...

Ahí, ahí! No te dejes engañar por la seño, su objetivo ante tanto cambio era desconcertar y acabar con el regalo!